¡Bendita luz Pamela Morley!

Una buena amiga de Pamela Morley decide hacerse la foto-depilación. Afincada en uno de los mejores barrios de Metropolis, busca en las páginas amarillas qué centro estético le conviene más. Ella está interesada no sólo en que le den garantía de eficacia, sino precios razonables para una operación cuyos resultados no son todavía cien por cien fiables, y por supuesto, confidencialidad (mujeres como ella nacen sin vello en parte alguna) y confianza (piensa la amiga de Pamela Morley que si se va a poner en bolas delante de cualquiera, con los ojos tapados debido a las pulsaciones de luz, que sea con alguien que le de palique y confianza, que es muy duro estar sudando y desnuda delante de nadie que no sea digno de amar).

Pues bien, la amiga de Pamela Morley encuentra el centro. Limpísimo, ajustado de precio, y a tan sólo dos manzanas de su residencia. Y allí le atiende una simpática señorita, en blanco impoluto, enorme sonrisa y guantes de látex.

La amiga de Pamela Morley se desnuda en la habitación de la depilación por luz, y se tumba en la camilla destinada a tal efecto, con un tanga de usar y tirar, esperando por su confesora capilar. Ésta entra y comienza con su trabajo. Que si unos pelitos furtivos por aquí, que si más clarito por allá, que si nos encontramos con un caso de lo más común, poco vello y muy fino, o diría más, una mujer con casi alopecia corporal exceptuando en su formidable cabellera.

La amiga de Pamela se siente mucho más tranquila, poco a poco el miedo y la vergüenza van menguando, y los pequeños pinchazos producidos por los golpes de luz ya se sienten como si fueran simples ecos de una vulgar manicura. Es entonces cuando, ya con los poros mucho más dilatados, la profesional del tratamiento estético-forestal, de ahora en adelante, Martha, relata sus experiencias en el sector, y sus más y sus menos en la vida…

Martha: -“Pues sí, yo llevo tres años haciéndomela y me va fenomenal. Fenomenal oye, que sólo tuve el rebrote de hace un año, que me volvió a crecer un montón de pelo, pero porque me quedé embarazada, y claro, con las hormonas bailando… pues de repente, me volví Tim Wolf (la escritora hace uso de su enorme imaginación) … y claro… pues tuve que volver a empezar, pero en dos sesiones más, vamos para ti 240 euros, vuelves a estar fenomenal… y mira… ahora veo a mi niño, y me da igual todo el pelo del mundo, porque tener un hijo sí que es fenomenal, ¡qué alegría, qué alboroto!, la casa siempre hecha un desastre, y tú medio sonámbula porque no puedes dormir por las noches, pero nada… fenomenal, yo, se lo recomiendo a todo el mundo… lo del niño digo, pero también la foto-depilación… si es que lo bueno a veces te hace sufrir un poquito…¡ay ves! como este pelo… que parece que no quiere quemarse… a ver… hala ya está, mira que limpita queda toda la zona…hala, date la vuelta”

La amiga de Pamela Morley: Martha my dear… (hace un homenaje a los Beatles con esta frase y se queda tan ancha), ¿puedo llamarte Martha? Que digo yo, ahora que hablas del dolor y de la limpieza…



¿Qué me dices de depilarse el culo?

Martha (muy profesional): ¡Por supuesto amiga mía! Sólo las mucosas no han de verse expuestas a la luz, ¿y eso qué significa? Que justo al ladito del ano, no puedes pasarla, pero… (abriendo con entusiasmo las nalgas de la amiga de PM) ¡alrededor del ano no hay nada!

La amiga de Pamela Morley: ¡Oh! (y en su mente: Sí….¡Oh…. como Orondo es el culo)

Martha: Pero amiga de Pamela, querida…¿ te puedo llamar Pamela para abreviar?, el culito, además de doler un poquito, es otra zona, y se paga aparte…

La amiga de Pamela Morley se imagina exageradamente a sí misma saliendo de la cabina desnuda, sin cejas, y dando airada la espalda al público, que de repente observa sobresaltado el Mato Grosso saliendo de su raja. De repente vuelve en sí y apunta… «quizá en otra ocasión…”

Pues dicho esto, continúa Martha con el relato de su vida…

Martha: «… Pues nada, ahora ya nos conocemos, y será menos engorroso la próxima vez… y así, hablando, se nos pasa la hora… que el silencio es mucho más aburrido ¿no crees?…ay ¡si yo te contara la de terapia psicológica que hago aquí!…que viene la gente y me cuenta su vida, que si no hay amor, que si no hay trabajo…y luego, después de un poquito de plática, salen de aquí fenomenal…fenomenal oye, mira, yo también tengo mis problemas porque sí, tengo amor, a mi Abderraman, mi chico, que es un amor, pero claro, no tiene trabajo, y el chico, es chapucillas, sabe hacer de todo, pero nada… «

La amiga de la Morley, que conoce a muchísima gente de la construcción por sus fuertes vínculos con Pamela, que se codea con los arquitectos más reputados de Metropolis, le sugiere “Oye, pues dame la tarjeta de tu chico, que puedo pasarla por ahí, y quién sabe, de repente hace falta alguien en alguna reforma integral de algún conocido, amigo o compañero de trabajo, y mira, nunca se sabe… que al final el boca a boca funciona…”

Martha: ¡No me digas, te estaría súper agradecida, de verdad, que con lo mal que está el panorama! Y como comprenderás yo quemando pelo no es que me haga rica… Pero de verdad ¡Te lo agradecería muchísimo!

La amiga de Pamela Morley: ¡Claro boba! Yo la paso y lo que salga…

Parece que la sesión ha terminado satisfactoriamente, la amiga de Pamela Morley siente los últimos pinchazos al final del muslo, tumbada de espaldas en el diván del suplicio. Se dispone pues a levantarse cuando nota la mano firme de Martha en su nalga derecha, y el sonido de sus palabras en su nuca “Espera querida que te voy a dar un poquito por aquí que esto se ve feo” (abre las nalgas de nuevo, esta vez cautelosa, y le pasa el haz de luz al esfínter trasero).

…niano niano niaaaa….

Y así es como la amiga de Pamela Morley descubre que la cadena de favores funciona en muchas y muy variadas direcciones, que nadie puede presumir de no vender su culo de vez en cuando (porque que Pamela Morley sepa, su amiga, no se puso un filtro ultravioleta en su sacrosanta cavidad), y que la luz que se mete por el resquicio de la puerta de atrás (o por debajo de una alfombra) lo inunda todo.

¡Hasta la próxima amiguitos!

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2 respuestas a ¡Bendita luz Pamela Morley!

  1. Leslie dijo:

    Recuérdame la próxima vez que te vea, que quiero examinarle el culo a la amiga de Pamela…

  2. la escritora dijo:

    Con mucho mucho gusto, no hay más verdad que la que escondemos en la puerta de atrás.

    Besos de Pamela, Leslie querida

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